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De sed se le pega al niño de pecho la lengua al paladar;
los pequeñuelos piden pan, y no hay quien se lo dé.

Los que comían delicados manjares desfallecen por las calles;
los que se criaron entre púrpura se abrazan a los estercoleros.

Porque más fue la iniquidad de la hija de mi pueblo que el pecado de Sodoma,
que fue destruida en un instante, sin manos que se alzaran contra ella.

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